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PACIENTES CON NOMBRE

Pere Ignasi, el escultor del vidrio

09 de mayo de 2011
Tiene el aspecto de un sabio distraído y la mirada infantil de los que son artistas. En su taller de San Juan, en una antigua nave que se utilizaba para la cría de pollos, se mueve de un lugar a otro. Por todas partes, hay piezas de vidrio, esculturas acabadas, otras a medias, hierros y piezas de desguace, aquí y allá, que después usará para sus obras. Tiene un pequeño horno donde cuece el vidrio, piezas únicas y exclusivas. No hay ninguna igual: la mano del artista siempre es la misma, pero la obra es diferente.

Nacido en sa Pobla en 1949, Pere Ignasi fue albañil antes que artista. Pero dice que en invierno hacía mucho frío en la obra, y por eso empezó a trabajar en fábricas de vidrio, donde se estaba caliente y guarecido. Después de trabajar para otros, a los 27 años vio que no podía evolucionar más y decidió emprender una carrera artística en solitario. “Para llegar a maestro, antes se tenía que morir quién te había enseñado, y por eso decidí trabajar por mi cuenta”, explica.

Ahora continúa innovando y mejorando las técnicas, para demostrarse a si mismo que la creación con el vidrio no tiene límites. Los límites, según él, sólo están en la inversión que se tiene que hacer, con el material, que es muy caro. Pere Ignasi es el autor de las esculturas —el pájaro y el mundo— que el Hospital Son Llàtzer entregó a los ganadores del premios científicos en el marco de la celebración de la Fiesta de la Primavera de 2010.

Ha hecho numerosos simposios y exposiciones, tanto en la isla como fuera —como  Ucrania y Rusia—, a pesar de que no es muy partidario de hacerlas. Siguiendo su filosofía de creador anárquico, asegura que no quiere dar dinero a ganar a los galeristas: “Son unos tenderos. No somos nosotros, los artistas, los que tenemos que trabajar para los galeristas, sino al revés”. Por eso Pere Ignasi ha reformado hace poco su taller y ha reconvertido una parte en sala de exposiciones, donde la gente puede disfrutar de su obra y, si quiere, comprarle directamente, sin intermediarios.

A pesar de que ya tiene más de sesenta años, el escultor del vidrio dice que hasta hace poco nunca había ido al médico. “Bien, una vez, hace muchos de años, cuando tuve piedras en los riñones. Siempre he tenido buena salud, y los resfriados me los curaba con cuatro aspirinas”, asegura. No le gusta ir el médico por las conversaciones que escucha en la sala de espera. “La gente cuenta historias terribles, y no tienes más más remedio que escucharlas. No puedes taparte los oídos . Otra cosa es la atención que te dan, que es muy buena”, explica. Desgraciadamente, unas molestias en un codo han hecho que haya tenido que visitar nuestro Hospital.

Pere Ignasi, en su sala de exposición.

Pere Ignasi, en su sala de exposición.

Es el autor de las esculturas de los ganadores de los Premios Son Llàtzer